Sancho (EJE&CON): las cuotas en consejos de administración son un mal necesario

0P: ¿Qué le parece que organismos, empresas o incluso ejecutivos apuesten, o manifiesten que lo hacen por la paridad?

R: Me parece muy bien, siempre que la apuesta sea auténtica. En todo caso, es positivo que se hable de ello y la paridad se convierta en un tema clave en las agendas de los poderes públicos y de las empresas.

Es importante que se tome conciencia a nivel general de la necesidad de la incorporación de la mujer en igualdad de condiciones, no ya al mercado de trabajo, sino a los órganos de decisión en cualquier tipo de organización.

P: ¿En qué ámbito hay que trabajar más en materia de igualdad? ¿En el sector privado o en el público? ¿el sector público va por delante del privado?

R: El sector público tiene la ventaja de que el acceso, en gran medida, se realiza a través de concurso u oposición, lo que dota tradicionalmente de una garantía extra de objetividad tanto a los candidatos como a la sociedad que se beneficia de este sistema.

En la empresa privada se está llegando por otras vías a la convicción de que la diversidad es un imperativo. Lo es, no sólo por una cuestión evidente de ética empresarial, sino también, seamos claros, porque aporta rentabilidad al negocio.

Hasta tal punto es así que los índices de sostenibilidad más reputados del mundo, a la hora de calificarlas, tienen en cuenta el grado de diversidad en las plantillas y directivas de las compañías. Y esos índices son los grandes referentes de los inversores.

P: ¿Han cambiado mucho las cosas en materia de igualdad desde que inició su carrera profesional?¿En qué ámbitos habría que trabajar más?

R: Sí han cambiado. Cuando yo empecé a trabajar era anecdótica la presencia femenina en determinados puestos de responsabilidad. Y no digamos en paneles, conferencias o actos profesionales e institucionales, donde las mujeres que participaban eran realmente unas personalidades fuera de serie. Las cosas han cambiado mucho y para bien, pero aún hoy falta sensibilidad.

No podemos dejar de señalar a los sectores donde se minimiza el papel de la mujer, aunque sea de forma sutil. Esa discriminación sutil, no agresiva, nos ha hecho mucho daño, porque es difícil de detectar.

P: ¿Qué tareas debían abordar los gobiernos o los organismos supervisores para avanzar en el terreno de la igualdad?¿Qué opina de las cuotas, por ejemplo en los consejos de administración?

R: Para mí es fundamental que se trabaje en el apoyo a las familias, de forma que profesionalmente no se penalice la maternidad. Para la sostenibilidad del sistema económico y de la sociedad a largo plazo es crítico el fomento de políticas de natalidad, y que al mismo tiempo ser padre o madre conllevase un periodo legal de baja idéntico para todos, sin consecuencias profesionales negativas. Esto ayudaría mucho, y daría la oportunidad a las familias a constituirse y desarrollarse con cierta tranquilidad.

En cuanto a las cuotas, me parecen un mal necesario. Son un instrumento, una herramienta, un medio, pero no las considero un fin en sí mismas, porque desprestigian en cierto modo el progreso profesional de las mujeres, cuyo éxito puede resultar “sospechoso” por la aplicación de cuotas.

P: ¿Por qué la presencia de la mujer al frente de una empresa es tan limitada en España? ¿Por qué hay pocas mujeres en los puestos de mando de las grandes empresas?

R: Porque el sistema y los horarios están hechos a la medida de los hombres de antes, y esas inercias cuesta mucho romperlas. Los hombres de ahora estoy segura de que no se quieren reunir a las seis de la tarde, o tener cenas de negocios habitualmente. Algunos sí, pero muchos ya no, sobre todo los jóvenes.

Los puestos de mando de las grandes empresas aún tienen algunas exigencias horarias extraordinarias, que muchas mujeres no están dispuestas a asumir, porque no quieren renunciar a una vida privada plena y satisfactoria. Otras empresas, sin embargo, han roto esos patrones tradicionales y han adoptado horarios más racionales y otras medidas de flexibilización que están contribuyendo enormemente a que las cosas cambien. Cada día hay más mujeres que quieren detentar el mando, y que lo están consiguiendo.

En su trayectoria profesional ¿recuerda algún momento en el que fuera consciente de superar algún límite, alguna barrera impuesta hasta ese momento a las mujeres? ¿Ha pensado alguna vez que había sido discriminada positivamente por el hecho de ser mujer

Siendo totalmente sincera, no soy consciente de haber superado ningún límite por mi condición de mujer. Siempre he vivido en un entorno muy equilibrado tanto familiar como profesionalmente, aunque en algún momento al principio de mi carrera sí noté cierto paternalismo innecesario en algún puesto, que sorteé con cuidado y sin mayores consecuencias. Pero el hecho de que yo no lo haya sufrido, o no haya sido consciente de ello, no significa que no crea que ha habido y sigue habiendo discriminaciones muy graves y absurdas. Y no sólo por ser mujer. También por ser mayor.

P: ¿Por qué se mantienen diferencias retributivas entre los trabajadores y las trabajadoras?

R: Pues no lo sé. La Constitución Española y el Estatuto de los Trabajadores excluyen expresamente la discriminación salarial. Otra cosa es la brecha salarial, que creo que se debe, entre otros factores, a la inercia histórica de desequilibrio de hombres y mujeres tanto en el acceso al mercado de trabajo, como al consiguiente acceso, desequilibrado también, a los puestos de mayor remuneración. Eso hace que, considerados colectivamente, los salarios de hombres y mujeres ofrezcan esas diferencias. Hay que trabajar intensamente en la reducción de esa brecha, pero llevará aún muchos años. Especialmente si las mujeres siguen sin ocupar proporcionalmente las posiciones de mayor responsabilidad.

P: En materia de igualdad ¿Hay sectores económicos en los que existe más igualdad que en otros?

R: En todos se está mejorando, pero es verdad que el sector público lleva la delantera al privado desde hace muchos años. Lo importante es que en todos los sectores haya medidas que garanticen la igualdad de oportunidades. Y que culturalmente no haya profesiones que se perciban como “masculinas”, incluso desde edades muy tempranas, porque se perderá un capital intelectual muy importante si la mitad de la población rechaza estudiar o dedicarse a materias que consideran, erróneamente, que no están a su alcance. Me refiero en concreto a las carreras técnicas, ingenierías o matemáticas, que cada vez tienen menos alumnas.

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